Por Marco Andrade
Hace algunos años, me encontraba en México, rodeado de personas de cada uno de los continentes de la Tierra, de todos los rangos etarios y de distintos linajes ancestrales. Una noche en particular, habíamos decidido compartir un poco de la comida típica de nuestros países de origen y conversábamos espontáneamente, algunxs frente al fuego; otrxs en grupos más pequeños. Desde lo más vasto hasta lo más pequeño podía percibir conexiones “tejiéndose” en medio de interacciones aparentemente cotidianas. Gracias a ser una de las personas que harían el registro y producción audiovisual de este Encuentro Planetario de Ecoversidades tuve la oportunidad de entrevistar y conversar con muchxs de lxs participantes. Evidentemente cada una respondía mis preguntas de manera distinta y tenía su riqueza particular… sin embargo, al mismo tiempo, tenían similitudes profundas y un ADN muy parecido; como si hace millones de años nuestras moléculas hubiesen pertenecido y orbitado armónicamente en una constelación particular de estrellas y, a pesar de que nuestro origen terrestre fuese muy distante, en lo más profundo de nosotrxs nos habitase una misma esencia. Al menos eso era lo que sentía esa noche, al mirar al cielo estrellado y ver fácilmente ver la Vía Láctea vívidamente sobre nosotrxs.
Cuando menciono que éramos un grupo bastante diverso es porque realmente lo éramos. Varios de los presentes pertenecían a tradiciones ancestrales milenarias de distintas partes del mundo. Habían también activistas de muy diversos trasfondos; algunos venían de contextos más académicos e intelectuales, otrxs más desde ámbitos artísticos, había también los permacultures, varios “sanantes”, los facilitadores de distintos procesos grupales… pero todxs dispuestos a aprender con un corazón abierto y abrazando el momento presente como un regalo de nutrición para nuestras Almas, para continuar con nuestro peregrinaje y misión en esta Tierra Viviente.
En medio de ese contexto tan estimulante y casi utópico, una pregunta retumbaba constantemente en mi corazón: ¿Cómo podía ser posible que siendo tan diversos tengamos una esencial tan similar? ¿Qué es lo que realmente nos une tan profundamente? ¿Quién está detrás de todo esto?
Mi sensación era la de que cada unx de los participantes éramos parte de un gran Árbol, cada unx una rama diferente y particular, pero que compartíamos una misma naturaleza esencial y “estábamos siendo tejidos” por un Sueño Cósmico mucho mayor a nosotrxs mismxs.
Desde entonces, esos cuestionamientos han seguido habitando mi corazón y a lo largo de los años he podido corazonar mucho a nivel individual y colectivo alrededor de lo que ha emergido respecto a este “tejido viviente” que nos entrelaza, danza entre nosotrxs y articula para co-crear Otros Mundos Posibles. Justamente compartiré algunos insumos que se han ido manifestando durante todo este tiempo.
Lo primero que quisiera decir al respecto es que esta “potencia articuladora” nos ha invitado a tejernos de manera profunda; desde la esencia de nuestras Almas, a ser compañerxs de camino, compartiendo desde la vulnerabilidad y admitiendo que necesitamos (des)aprender para poder continuar avanzando. Eso ha implicado encontrarnos constantemente en situaciones incómodas, imprevistas y llenas de tensiones, pero ha sido justamente en esos lugares donde hemos sido confrontadxs y visto con mayor claridad lo que todavía necesitamos pulir en nosotrxs mismxs.
Lo segundo que se ha hecho evidente para mi en este camino, es que nos tejemos de maneras distintas y particulares. Algunxs se han tejido más compartiendo ideas y sueños, acompañándose en medio del diseño de utopías y desarrollando intelectualmente planes hacia el Buen Vivir. Otras, han encontrado en medio de este “tejido viviente” espacios para sanar, para “co-sentir” y procesar en colectivo el dolor de vivir en un mundo que enfrenta poli-crisis latentes; la frustración de no ser comprendido en medio de una cultura dominante de consumo y egocentrismo. En ese sentido, para muchos el Tejido de Ecoversidades ha sido una familia planetaria a la cual pertenecer y sentirse cobijados en medio de las tensiones de la vida.
Para otrxs, este “tejido viviente” nos ha permitido unir esfuerzos y materializar acciones tangibles en nuestros propios territorios: viajes de aprendizajes, construcciones colectivas, publicaciones, proyectos audiovisuales y la concreción de emprendimientos que requerían un pequeño impulso para arrancar. Para algunxs, ha sido una puerta para explorar una nueva manera de relacionarse con la Madre Tierra y todo el Tejido de Vida, recordando historias ancestrales y recuperando la sabiduría del uso de plantas medicinales y maneras de sanarnos naturalmente. De la misma manera, muchxs hemos sido nutridxs al compartir respetuosamente distintas experiencias y perspectivas de la espiritualidad que han enriquecido nuestra cosmovisión y nos han ayudado a encontrar sentido profundo en medio del momento crítico que estamos atravesando.
Así que no hay una sola manera de tejernos, es muy diversa y particular; incluso ocurre con frecuencia que con ciertas personas logras conectarte desde un ámbito más conceptual; mientras que con otras estás compartiendo el camino profundo del Alma. Y, evidentemente, esos vínculos y maneras de tejernos son tan únicos y diversos como lo es cada ser humano.
En ese sentido, recientemente en una Asamblea General tuve la oportunidad de co-facilitar un ejercicio de “corazonar colectivo” (Sense-Making) alrededor de la pregunta: Como Alianza de Ecoversidades… ¿Cuál es regalo que tenemos para ofrecer al mundo? ¿Cómo podemos hacerlo mejor?
Para la gran mayoría de los presentes el regalo más tangible y notorio había sido la posibilidad de encontrarse junto a otrxs “ecoversitarixs” en distintas latitudes del planeta, personas diversas que están re-pensando la Vida, articulando procesos de (des)aprendizaje, que están navegando su propia transformación, desescolarización, de-colonización a nivel personal y comunitaria. Para prácticamente todxs, el principal regalo ha sido (co)inspirar juntxs, y cultivar relaciones de confianza que nos animan a seguir sembrando esperanza y cuidando nuestros jardines relacionales en nuestros propios contextos; manifestando esos Otros Mundos Posibles que ya habitan en nuestros corazones.
Adicionalmente, otro de los regalos tangibles de este “tejido viviente” ha sido enlazarnos y co-crear junto a otrxs. Eso no siempre ha sido fácil. La diversidad de perspectivas, de criterios, de sensibilidades y maneras de hacer las cosas ha requerido que nos mantengamos “enseñables” y con la flexibilidad suficiente para buscar puntos de encuentro y armonía para “desatar los nudos” del tejido.
En ese sentido, compartir tiempo y vivencias con otros tejedores (ecoversitarios) me ha ayudado a conocer tanto sus fortalezas, como sus “desafíos personales”; incluso identificar sus arquetipos, sus intereses y saber a quien pedir un consejo dependiendo del desafío que estoy atravesando, a nivel personal o también para algún proceso comunitario. Enlazarte con un “tejido viviente” requiere de compromiso y de atención; pero también te expande y conecta con una inteligencia colectiva capaz de nutrirte de maneras muy potentes y, en cierto sentido, inesperadas; es decir, que van más allá de lo que te podías imaginar.
Evidentemente, eso requiere también un proceso de aprendizaje; es re-descubrir como ser parte de un organismo colectivo, encontrar tus propias maneras de contribuir y dar a lxs demás, al mismo tiempo que aprendes a recibir y pedir apoyo cuando es requerido. Implica con frecuencia, aprender a compostar las lógicas organizacionales dominantes (piramidales, jerárquicas, departamentales, controladoras y rígidas) para dar paso a nuevas maneras de colaboración y apoyo mutuo dónde constantemente somos invitadxs a poner el cuidado de la Vida en el centro; siendo la salud de las relaciones el principal indicador de si verdaderamente estamos avanzando hacia al lugar que hemos sido invitadxs a ir juntxs; y no cualquier otro “entregable” al que nos hayamos comprometido.
En medio de este (des)aprendizaje, debo advertir también que un “tejido viviente” puede a veces parecer un laberinto con muchos hilos, nudos y distintos patrones y colores entrelazados hacia diferentes direcciones. Bastante distinto a una organización tradicional con su sistema de gobernanza jerárquica, con roles y objetivos totalmente definidos. En mi caso particular, una de las claves que me ha ayudado a navegar en medio de esas incertidumbres y procesos “ca-órdicos” ha sido identificar a las personas detrás de los mismos y buscar conectarme de manera personal, relacional y más profunda. A pesar de lo grande que puede parecer una “alianza planetaria”; detrás de cada “nodo”, de cada círculo de servicio, de un grupito de trabajo… hay personas. Y para mi lo que más me ha motivado a continuar siendo parte de esta gran familia es cultivar relaciones cercanas con quienes tienen vocaciones similares a las mías y junto a quienes podemos encontrar formas de ponerlas al servicio de los demás.
Al inicio compartí sobre mis sensaciones al estar en México en medio de un Encuentro Planetario tan mágico y misterioso; utilicé la metáfora de un árbol con distintas ramas, pero con un mismo tronco (ADN compartido). Han pasado varios años desde entonces; y probablemente ahora sería mejor describirlo como semillas (cósmicas) plantadas en distintas latitudes de este hermoso Planeta Viviente; cada una con su misión y fruto específico que ofrecer en su contexto, pero compartiendo nutrientes con sus raíces entrelazadas y pulsando juntxs al Servicio de la Vida.
Siguiendo con esa perspectiva, en este “tejido viviente” hay muchas conversaciones, interacciones subterráneas (conexiones miceliares) que podrían fácilmente pasar desapercibidas; sin embargo son justamente las que habilitan las posibilidades de que las raíces se conecten (conexiones rizomáticas) y en conjunto sostienen la estructura para que todo un bosque pueda existir (conexiones biosistémicas).
Así mismo, lo que anhelamos co-crear necesita de interacciones concretas con otrxs tejedorxs, cultivar interacciones nutritivas que fortalezcan la confianza genuina. Ese es el suelo fértil para que emerjan procesos colectivos que se puedan sostener en el tiempo y que con cuidado y perseverancia puedan orgánicamente volverse iniciativas planetarias que evidencien la manifestación concreta de Otros Mundos Posibles.
Desde Agosto del año pasado (2023) tuve la maravillosa experiencia de participar en la primera Asamblea presencial del GTA y me siento muy agradecido por el privilegio de contribuir con la producción audiovisual de ese floreciente tejido vivo que continúa expandiéndose y articulando importantes conexiones entre tejedores de distintas partes del planeta.
De la misma manera, a nivel nacional (Ecuador), participo activamente en un maravilloso tejido vivo en mi propio país (@MusukAwayEcuador) y desde mi propia experiencia, lo que me ha ayudado a navegar y mantenerme activo en estos diversos “tejidos vivientes” es verlos, de alguna manera, como manifestaciones de la Vida misma re-inventándose.
Estoy convencido que muchos de estos ecosistemas de cuidado y (des)aprendizaje están emergiendo a lo largo del planeta; cada uno con su característica particular; pero todos al Servicio de la Vida. Y mi única explicación es reconocer que, en cierto sentido, no nos pertenecemos a nosotrxs mismos.. somos el Tejido Viviente mismo, eso que “nos teje” no está fuera de nosotrxs, es esa misma Energía Latiente que hace palpitar nuestros corazones… somos la manifestación misma de la Vida, re-estructurándose, armonizándose… buscando rápidamente el equilibrio y recuperar el balance en medio de este momento tan crítico y vulnerable a nivel local y planetario.
Mencioné al inicio que parte de las contribuciones que hago en estos “tejidos vivos” es contar historias (audiovisuales) y para eso, usualmente hago también entrevistas, así que quisiera terminar lanzando una pregunta para ti:
En tu propia vida… ¿Cómo estás cultivando esas relaciones de cuidado? ¿Cómo te estás tejiendo junto a otrxs al servicio de la Vida? ¿Hay alguna acción concreta que crees que quisieras proponer? ¿Ya la estás articulando?
Espero, de todo corazón que eso que anhelas co-crear logres tejerlo junto a otrxs con amor y perseverancia. Ese sueño que tienes, muy probablemente no solamente es tuyo; ha sido sembrado en tu corazón y es tiempo que germine y florezca… nutriéndolo colectivamente.
Marco Andrade: Marco (@MakariosAnand) es un Alma-tivista, facilitador de inteligencia colectiva y productor audiovisual. Vive en Ecuador con Nina, Nico y Luana. Comparte su vida con ellxs (desescolarizando) explorando el camino del desaprendizaje constante para abrazar una ReExistencia en armonía, donde todos podamos florecer. Es cofundador de @ElNidoCasaAbierta y articula activamente la Red Nacional de Alternativas @MushukAwayEcuador. También está relacionado con redes planetarias como la @EcoversitiesAlliance y el Tejido Global de Alternativas (TGA). Actualmente trabaja apasionadamente en un FrameWork llamado “La Brújula Floreciente” explorando lo que implica poner la Vida en el Centro en todas las dimensiones de la existencia.