Asamblea presencial del TGA en Kenia, a 6 voces mexicanas

Antes de iniciar, es necesario enunciar que no hay texto que exprese nuestro agradecimiento con todas las personas que hicieron mágica nuestra experiencia, a las organizaciones involucradas: al Tejido Global de Alternativas (TGA, por sus siglas en español) quien nos invitó, a SALT (Sociedad para la Transformación de Aprendizaje Alternativo) organización local que nos recibió, a lxs integrantes de los pueblos Kikuyu, Tharaka, Maasai y Pokot, y a todxs lxs activistxs que desde muchos rincones del mundo nos abrieron su corazón, su sentir, su pensar, su espiritualidad, su cariño, su comida, su música y su danza.

Queridxs compañerxs, amadxs todxs, saludamos con el vehemente deseo de que nuestro saludo llegue a cada uno de sus corazones, agradecemos el que hayamos podido coincidir en Kenia, el haber sido reunidos por el Gran Espíritu y la Gran Energía Cósmica para fortalecer las luchas que día a día sostenemos desde nuestros territorios.

En general, todo lo vivido en Kenia fue un recordatorio y constatación de los verbos que atraviesan el núcleo del TGA, y por ende de Crianza Mutua México: comer, aprender, sanar, habitar, defender (la vida), comunicar, senti-pensar. Cada día atestiguamos estos verbos como guía y camino.

Todo comenzó con una larga travesía, algunxs viajamos desde Oaxaca, Chiapas, Hidalgo y otros desde el ​​semi-desierto Zacatecano hasta Nanyuky, Kenia, África. Espacio en el que nos unimos a más de 60 representantes de diversos países, principalmente del Sur Global, coincidiendo en nuestras luchas contra los gobiernos alineados al capital, opresores y corruptos. Ante ello estamos creando y habitando alternativas que nos ayudan a vivir de manera independiente, autónoma, organizada.

Reconocemos que lo que sucedió en la asamblea del TGA no fue para nada menor: nos juntamos a seguir creando y nutriendo alternativas locales a las mil formas que toman las múltiples crisis que nos atraviesan la cuerpa, la mente, el espíritu, los territorios, las luchas, los movimientos y las redes que desde hace mucho tiempo venimos tejiendo con otrxs de muchas partes del mundo.

Cuántos corazones, emociones, sincronías, historias, compartencias, luchas y tejidos se hilaron en la asamblea. Mientras pasaban los días y los momentos íbamos intercambiando más experiencias que nos espejeaban y fuimos comprendiendo que el hilo conductor fue “EL CUIDADO DE LA VIDA”. Destacamos la fortuna de que dicho evento se dio en tierra marcada por el origen de nuestra especie humana, lo cual no fue casualidad. Ello nos permitió conocernos y reconocernos, compartir la palabra, los retos y la organización que cada unx tenemos en nuestros territorios además de vivir la cotidianidad ligada a la defensa del territorio, los alimentos, la cultura, los aprendizaje y muchos aspectos más.

Más allá de los diálogos entre los asistentes, visitar las comunidades de Nanyuki, Tharaka, Ngwesi y Chapereria representó una parte importante del viaje que nos permitió sentir, por algunos momentos, el cotidiano de las personas que habitan esos territorios por medio de sus historias, su danza, su música, sus rituales, su sanación, su palabra y sus alimentos.

A continuación, deseamos enunciar algunas de nuestras reflexiones atravesadas con nuestros verbos conductores:

Comer

En importante resaltar el vínculo con los alimentos y cómo se cruzó con el espíritu de todas las comunidades campesinas e indígenas que forman Crianza Mutua México entrelazado a la tierra y la milpa, lo que hizo resonancia con el cuidado de las semillas que deben ser plantadas en tierra sana, es decir, en tierra que no esté “muerta” debido a la cantidad de agroquímicos que las transnacionales en complicidad con las políticas públicas gubernamentales han distribuido a lo largo del planeta.

Hubo puntos que nos tejieron de manera natural desde lo que comimos, por ejemplo, cuando compartimos el preparar nixtamal, echar tortillas, hacer tamales y preparar el mole. Igual pasó al beber chocolate y mezcal. Esos momentos simples pero profundos, nos permitieron vislumbrar caminos para mantener la esperanza en este panorama desalentador, una esperanza que está plantada en acciones cotidianas, las cuales se reflejaron en este encuentro que tejió vidas para seguir caminando juntxs.

Aprender

Nos fue posible reafirmar que el aprendizaje se encuentra en el hacer y compartir los saberes día a día, más que ir a una institución escolarizada o leer infinidad de libros, ya que el escuchar a las ancianas y los ancianos sobre sus maneras de sanar, comer y transmitir estos conocimientos a los más jóvenes, hace patente que la memoria ancestral trasciende formas escritas y solo se heredan en la acción. Son estos saberes los que guían el caminar cotidiano y les han permitido resistir y continuar viviendo con dignidad.

Sanar

Tanto en nuestra experiencia durante la visita a la comunidad de SALT como en West Pokot, fue posible escuchar cómo las ancianas y los ancianos sanadores continúan haciendo uso de las raíces y hojas de plantas y árboles para curar; cómo estos remedios son combinados con el rescate de las semillas nativas para nutrir sus cuerpos por medio de los cereales endémicos como el sorgo, que se consume en bebidas, comidas y fermentos. También vimos que se incluyen otros elementos para revitalizar el alma como los cantos, la música y la danza, de tal manera que todos estos aspectos confluyen entre sí dando como resultado una población longeva y sana.

Todo esto se da en claro contraste con lo que pasa en las ciudades cuyxs habitantes se suelen enfermar a edades tempranas del cuerpo y la mente sin encontrar soluciones en hospitales, pero desconfían de los remedios tradicionales por la creencia inamovible de que solo la “ciencia” puede solucionar sus problemas. Ello es un recordatorio tangible de que debemos redirigir nuestra mirada a las prácticas de resistencia de las comunidades que conservan sus propias formas de sanar, comer y aprender.

Desde el vivir del sanar compartimos por medio de un altar elementos de los rituales que son parte de la cotidianidad de nuestros territorios en México, donde agradecimos a las cuatro direcciones y también hubo momentos de sanación de acuerdo a nuestras formas.

Senti-pensar

En la asamblea constatamos que tenemos una potencia enorme lxs seres humanxs para conectar de manera positiva, pero a la vez no es fácil encontrarse en la diversidad que somos. No es fácil tejernos, ello requiere de mucha escucha de lxs otrxs, de mucha disposición a desaprender y de volver a empezar cuantas veces sea necesario. Requiere de muchas ganas de no dar nada por sentado nada, de no querer imponer para poder verdaderamente sintonizarnos, armonizarnos y florecer juntxs.

Para finalizar deseamos expresar lo siguiente: dicen que cuando un lugar sagrado se prende, el mundo florece. Al igual, cuando mucha gente buena se reúne, la sabiduría aumenta y así es como albergamos en el alma la esperanza de un mundo mejor en el que todxs seamos uno defendiendo la vida y el derecho de vivir de acuerdo con nuestras costumbres. Es cómo nos decimos hasta luego desde la base territorial de cada unx de nosotrxs, desde las aulas de espacios universitarios y académicos, desde los territorios indígenas en pie de lucha, desde las comunidades oaxaqueñas y desde las ciudades.

Regresamos de Kenia a México con muchos regalos en el corazón y el compromiso de recibir de la misma calurosa manera a aquellas personas que visiten nuestros territorios en futuras ocasiones. Ello para seguir tejiendo el afecto, la esperanza y la energía que requiere la construcción de nuevos mundos posibles.

De nuevo, agradecemos a cada persona que hizo que cada una de nosotras pudiera ir al encuentro, sobre todo al grupo facilitador del TGA y a SALT, que nos regalaron en cada conversación, cada visita, cada alimento, cada mirada y cada sentir, la convicción de que el camino colectivo entre quienes tejemos desde abajo otras formas de vivir, aprender, sanar, comer, habitar y senti-pensar es la respuesta para resistir y combatir la crisis sistémica.

​Queridos hermanos y hermanas le pedimos al Corazón del Cielo, al Corazón de la Tierra, que nos siga llenando el corazón de fuerza y esperanza para continuar trabajando por un mundo donde todos y todas tengamos lo necesario para vivir dignamente. Para ello sigamos cuidando y defendiendo la vida, la Tierra y el territorio. Gracias, gracias, gracias.